En defensa de la libertad de expresión y la independencia de la prensa

Hace casi 40 años que ejerzo como periodista, la mayor parte de ellos a la redacción del Periódico de Cataluña, donde ocupé cargos de diversa responsabilidad. Me siento muy orgulloso de esta profesión, a pesar de que a veces comportamientos reprobables de algunos representantes del sector la pongan a la picota. En estos años he vivido de cerca intentos de manipulación, presión y coacción a periodistas y medios. Desgraciadamente, no en todos los casos se impuso la ética o el interés común por encima de los intereses privados que ejercían la presión. Ahora, desde mi modesta posición de editor del Informativo, me toca vivir esta circunstancia, tan desagradable e incómoda como indignante. Esta vez no tengo directores ni cargos superiores que tengan que asumir la decisión, me toca a mí decidir como resolver el caso. Y por ética profesional y por compromiso personal creo que tengo que denunciarlo.
 
Los hechos son los siguientes:
En la edición de septiembre del 2023, un anunciante de la revista publicó una publicidad en formato de texto que hacía referencia en actuaciones municipales. Aquella publicación ya provocó reacciones por parte del Gobierno del Ayuntamiento. Me advirtieron de la inconveniencia de admitir aquel anuncio y otros como aquel que pudieran llegar más adelante. Agradecí la advertencia, pero dejando claro que cualquier contenido que a criterio mío considerara dentro de los límites legales y éticos no sería censurado ni excluido del Informativo. Si a criterio del Ayuntamiento aquel contenido era difamando, correspondía en el Ayuntamiento presentar la correspondiente denuncia o réplica.
 
Tres meses más tarde, a la edición de diciembre, el mismo anunciante decidió publicar un nuevo anuncio. Obviamente, revisé el texto, como haya con todo el que se publica en la revista, y, sin ser jurista ni experto en leyes, no vi ningún delito en su contenido, y por tanto no me pareció procedente coartar la libertad de expresión de aquella persona. A raíz de esta segunda publicación fui convocado por el gerente del Ayuntamiento, Joan Ballbé, uno de los dos cargos de confianza fichados por Esquerra Republicana al consistorio. Ballbé, que se presentó escoltado por la abogada municipal, me interrogó sobre los criterios para admitir un anuncio como aquel. La intención de la reunión quedó clara a los dos minutos de conversación. Cuando reivindiqué mi trabajo, diciendo que el que se publica en El Informativo lo decido yo bajo mi responsabilidad, el señor gerente replicó que "ellos" son quienes deciden si invierten o no en publicidad. Traducido en lenguaje de calle: ten cuidado, porque si publicas una cosa que no nos gusta te retiraremos los anuncios del Ayuntamiento. Habría que saber por orden de quien convocó Ballbé aquella reunión.
 
Y dedo y hecho. Ante mi posición firme de defender la libertad de expresión y mi independencia como editor, el Gobierno municipal decide no renovar el presupuesto de inversión publicitaria en El Informativo tal como se ha hecho desde hace 35 años. Se da la circunstancia que la otra cabecera que se edita en el pueblo no ha tenido ningún problema para renovar la mencionada inversión. Lejos de argumentar criterios de eficiencia o rentabilidad, que son los que tienen que justificar la inversión del dinero público, el Gobierno admite criterios políticos absolutamente subjetivos para tomar la decisión. Llegados a este punto, no es relevante ni el contenido del anuncio ni la identidad del anunciante. Hoy es este caso, pero mañana puede ser cualquier otro.
 
El desafortunado Antonio Asensio Pizarro, fundador del Periódico, tenía una frase recurrente en sus discursos: "Para ser independientes, para ser libres, tenemos que ser rentables". Asensio sabía que la única manera de hacer frente a las coacciones, a las presiones de los poder públicos, era no depender económicamente de nadie en exclusiva. Por suerte, y gracias al apoyo de sus anunciantes y a la fidelidad de sus lectores, El Informativo puede subsistir sin la inversión municipal y puede resistir las coacciones. Evidentemente, no es bueno por ningún negocio perder clientes, pero si el precio a pagar para mantenerlos es este, quizás mejor buscar otros.
 
En el actual Gobierno de Palau-solità i Plegamans hay quién cree que se puede presionar a un medio independiente para que publique o deje de publicar contenidos según sus intereses. Por mucho que el alcalde asegurara en el pleno que la decisión la tomaron todos los miembros del Gobierno por unanimidad, me resisto a creer que los 12 regidores de ERC al Ayuntamiento, siendo conocedores de todos los detalles del caso, estén de acuerdo. Puedo entender que por disciplina de voto se subscriban según qué actuaciones, pero me niego a pensar que no haya ningún miembro del Gobierno que condene esta actitud. Estoy convencido que la decisión tiene responsables políticos últimos y concretos, gente que no respeta la libertad de expresión y la independencia de la prensa. Esta gente tendría que hacer un ejercicio de reflexión, dimitir y dejar que ocupe su cargo alguien con más vocación democrática. Estamos hablando de un derecho fundamental.
 
Pep Puig
Marzo del 2024
Palau-solità i Plegamans